Siempre que hablo de todo lo que estoy experimentando con mi sumisión, parece que todo es maravilloso y que el Camino es muy fácil, es de rosas, pero esto no es así. Pese a tener meridianamente claro, que obedecer a mi Amo es lo más importante y lo primero para mí. Pese a desear con todas mis fuerzas que esté satisfecho, que se sienta agradado conmigo. Pese a todo eso, no es fácil, porque con querer, aunque sea con muchas ganas, con eso sólo no es suficiente.Es difícil, y el esfuerzo tiene que ser constante, no cabe relajarse, o al menos en mi caso, y en este momento.
Más de lo que yo quiero, creo que es imposible querer, pero
eso no significa que lo consiga siempre, ni tan siquiera casi siempre. Es
necesario en primer lugar, desarrollar la humildad de una manera absoluta,
porque al menos a mí, mi ego, me sigue jugando a veces malas pasadas. Asumir
que tienes que estar ahí, para lo que tu amo te diga y cuando te diga, a veces,
cuesta. Entender que nunca hay una explicación, y que conste que yo jamás la he
pedido, aunque haya podido pensarlo en algún momento, acerca de las presencias
o de las ausencias, y que como sumisa, tan sólo tengo que esperar a que mi Amo
me llame, es una de las primeras cosas que tuve que aprender, y por supuesto
asumir. Pero hay mucho más. A veces me ha faltado humildad, o he fallado en
alguna respuesta, o en algún gesto, dónde mi tono de voz, casi sin yo darme
cuenta, no ha sido el adecuado para dirigirme a mi Señor, o porque un gesto,
como tocarlo, no ha sido cómo debería de ser. En esos momentos, no es que no lo
tengas claro, no, en esos momentos, o al menos es lo que a mí me pasa, bajo la guardia,
no presto la suficiente atención, y mi ego se apropia de mí y me hace no ser la
sumisa que debo ser con mi Amo.
Además de esos fallos, de esas faltas, que voy corrigiendo, sobre todo, porque voy adquiriendo otras formas, otros comportamientos que para
mí ya empiezan a ser naturales, está en mi caso al menos, la necesidad de
satisfacer las exigencias de mi Amo en todo momento y en el aspecto que sea. Ya
comenté que mi Señor está presente y me ordena en todas las facetas de mi vida,
así lo elegí y tuve la suerte de que él quisiera, por lo que sus mandatos están
en todo. Como muchas veces he dicho, no conozco otros casos, por eso como
siempre, sólo hablaré de lo que yo estoy viviendo. Mi Amo es muy exigente, es
muy exigente en todo y para todo. Esto me gusta, porque está haciendo que yo
crezca como persona y como profesional muchísimo, pero eso hace que obedecerle
y complacerle sea muy difícil. Él siempre quiere más, y yo quiero darle todo lo
que me pide. Eso hace que la lucha conmigo misma sea constante, porque las
excusas para no cumplir todas sus exigencias, son muchas: la dificultad, el
tiempo, otras personas, y muchas otras. Pero ahí está mi reto y es en todo momento intentar estar a la altura, intentar que mi Amo se sienta complacido, porque como he
dicho también muchas veces, primero, él es mi motor, es mi principal
motivación, y segundo, sentir su ausencia, que se va, que me deja, es lo más
doloroso que he sentido. No tengo palabras para explicar ese vacío que se ha
apoderado de mí, en los momentos en los que he creído que se iba, sensación que
ya he compartido aquí en otras ocasiones.
El Camino que decidí emprender, y que seguro hay más
personas que están haciendo igual que yo, no es fácil, para nada. Supone hacer
muchos cambios, supone un trabajo constante, un estar en alerta en todo
momento, y por supuesto, el tener momentos de duda, de miedo, de incertidumbre,
aunque jamás he dudado de lo que estoy haciendo. Mis miedos han ido más
encaminados hacia el lo conseguiré o no lo conseguiré. Pero dicho todo esto, también
tengo que decir que no hay sensación de plenitud comparable a la de aquellos
momentos en los que siento que mi Amo, que mi Señor está complacido. Aquellos
momentos en los que me trasmite que lo he hecho bien, o que algo de lo que me
ha pedido, le ha gustado. Esa es mi mayor recompensa, es la que hace que las
dificultades o los momentos complicados no tengan importancia, y valgan la
pena, porque saber que para mi Señor lo he hecho bien, es algo que hasta me
excita sexualmente, a parte de hacerme sentir muy bien interiormente. Porque no
lo olvidemos, lo más importante siempre, es precisamente agradar a nuestro amo. Hace tres meses, jamás hubiera creído que esto se pudiera sentir así. Habría pensado que era una auténtica aberración, pero como en tantas otras cosas, estoy comprobando que no existe nada absoluto. Creo que no hay mayor ejercicio de libertad que elegir obedecer a un amo o ama, si eso es lo que te hace de verdad llegar a tu plenitud como persona, en mi caso además, como mujer.
Shakti