El Camino Hacia Ser

"Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia"
Honoré de Balzac

sábado, 25 de abril de 2015

Las dificultadas en el Camino


Siempre que hablo de todo lo que estoy experimentando con mi sumisión, parece que todo es maravilloso y que el Camino es muy fácil, es de rosas, pero esto no es así. Pese a tener meridianamente claro, que obedecer a mi Amo es lo más importante y lo primero para mí. Pese a desear con todas mis fuerzas que esté satisfecho, que se sienta agradado conmigo. Pese a todo eso, no es fácil, porque con querer, aunque sea con muchas ganas, con eso sólo no es suficiente.Es difícil, y el esfuerzo tiene que ser constante, no cabe relajarse, o al menos en mi caso, y en este momento.

Más de lo que yo quiero, creo que es imposible querer, pero eso no significa que lo consiga siempre, ni tan siquiera casi siempre. Es necesario en primer lugar, desarrollar la humildad de una manera absoluta, porque al menos a mí, mi ego, me sigue jugando a veces malas pasadas. Asumir que tienes que estar ahí, para lo que tu amo te diga y cuando te diga, a veces, cuesta. Entender que nunca hay una explicación, y que conste que yo jamás la he pedido, aunque haya podido pensarlo en algún momento, acerca de las presencias o de las ausencias, y que como sumisa, tan sólo tengo que esperar a que mi Amo me llame, es una de las primeras cosas que tuve que aprender, y por supuesto asumir. Pero hay mucho más. A veces me ha faltado humildad, o he fallado en alguna respuesta, o en algún gesto, dónde mi tono de voz, casi sin yo darme cuenta, no ha sido el adecuado para dirigirme a mi Señor, o porque un gesto, como tocarlo, no ha sido cómo debería de ser. En esos momentos, no es que no lo tengas claro, no, en esos momentos, o al menos es lo que a mí me pasa, bajo la guardia, no presto la suficiente atención, y mi ego se apropia de mí y me hace no ser la sumisa que debo ser con mi Amo.

Además de esos fallos, de esas faltas, que voy corrigiendo, sobre todo, porque voy adquiriendo otras formas, otros comportamientos que para mí ya empiezan a ser naturales, está en mi caso al menos, la necesidad de satisfacer las exigencias de mi Amo en todo momento y en el aspecto que sea. Ya comenté que mi Señor está presente y me ordena en todas las facetas de mi vida, así lo elegí y tuve la suerte de que él quisiera, por lo que sus mandatos están en todo. Como muchas veces he dicho, no conozco otros casos, por eso como siempre, sólo hablaré de lo que yo estoy viviendo. Mi Amo es muy exigente, es muy exigente en todo y para todo. Esto me gusta, porque está haciendo que yo crezca como persona y como profesional muchísimo, pero eso hace que obedecerle y complacerle sea muy difícil. Él siempre quiere más, y yo quiero darle todo lo que me pide. Eso hace que la lucha conmigo misma sea constante, porque las excusas para no cumplir todas sus exigencias, son muchas: la dificultad, el tiempo, otras personas, y muchas otras. Pero ahí está mi reto y es en todo momento intentar estar a la altura, intentar que mi Amo se sienta complacido, porque como he dicho también muchas veces, primero, él es mi motor, es mi principal motivación, y segundo, sentir su ausencia, que se va, que me deja, es lo más doloroso que he sentido. No tengo palabras para explicar ese vacío que se ha apoderado de mí, en los momentos en los que he creído que se iba, sensación que ya he compartido aquí en otras ocasiones.

El Camino que decidí emprender, y que seguro hay más personas que están haciendo igual que yo, no es fácil, para nada. Supone hacer muchos cambios, supone un trabajo constante, un estar en alerta en todo momento, y por supuesto, el tener momentos de duda, de miedo, de incertidumbre, aunque jamás he dudado de lo que estoy haciendo. Mis miedos han ido más encaminados hacia el lo conseguiré o no lo conseguiré. Pero dicho todo esto, también tengo que decir que no hay sensación de plenitud comparable a la de aquellos momentos en los que siento que mi Amo, que mi Señor está complacido. Aquellos momentos en los que me trasmite que lo he hecho bien, o que algo de lo que me ha pedido, le ha gustado. Esa es mi mayor recompensa, es la que hace que las dificultades o los momentos complicados no tengan importancia, y valgan la pena, porque saber que para mi Señor lo he hecho bien, es algo que hasta me excita sexualmente, a parte de hacerme sentir muy bien interiormente. Porque no lo olvidemos, lo más importante siempre, es precisamente agradar a nuestro amo. Hace tres meses, jamás hubiera creído que esto se pudiera sentir así. Habría pensado que era una auténtica aberración, pero como en tantas otras cosas, estoy comprobando que no existe nada absoluto. Creo que no hay mayor ejercicio de libertad que elegir obedecer a un amo o ama, si eso es lo que te hace de verdad llegar a tu plenitud como persona, en mi caso además, como mujer.


Shakti

martes, 21 de abril de 2015

El deseo hacia mi Amo



Aún no he estado con mi Amo. Aún no he tenido una sesión con mi Amo. Y a veces me parece que nunca pasará, porque creo que algo ocurrirá y finalmente no podré estar con él. Todavía no sé exactamente cómo es una sesión. He leído, mi Amo me ha contado, pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Eso me genera una sensación de expectación muy por encima de lo que pudiera parecer, que viene de la mezcla del deseo por saber y comprobar, que se entremezcla con cierto miedo a lo desconocido y sobre todo a defraudar en ese plano a mi Amo. Esta sensación por momentos me provoca mucha ansiedad, porque simplemente quiero estar a la altura de lo que mi Amo quiera, de lo que desee, de lo que necesite. Pensar que lo pueda defraudar, y que sirva de motivo para que me deje, y vuelva a encontrarme en la obscuridad, sencilla y llanamente me hace entrar en estado de pánico. Eso hace que por un lado esté deseando con todas mis fuerzas que llegue ese momento, que espero que sea muy pronto, pero a la vez lo temo, por si pudiera significar un final para el que no estoy preparada.

Además de este desasosiego que por momentos hace que me falte hasta el aire para respirar, mi sinvivir se ve incrementado por un deseo hasta ahora desconocido para mí. Leyéndome se podría pensar que simplemente tengo un calentón tremendo porque llevo tres meses teniendo relaciones virtuales más o menos frecuentes con un hombre, y que mi cuerpo necesita algo más que consagrarse al onanismo. De eso habrá algo, no lo voy a negar, porque soy humana, pero he estado meses y meses sin sexo de ningún tipo y no lo he necesitado, así que es mucho más que eso. Cuando yo hablo del deseo que siento por mi Amo, trasciende el plano meramente sexual, aunque también tengo que reconocer que sólo oír su voz, sentir su respiración a través del teléfono me provoca un nivel de excitación tal que hace que mis entrañas se retuerzan de deseo y que desde lo más hondo de mi sexo, sienta tales punzonazos de excitación que hacen que me provoque hasta dolor. Pero el deseo que siento por mi Amo, es algo mucho más que eso. 



El estar con él es algo que trasciende a todo lo que he sentido en mi vida, a todo lo que he deseado, porque aquí se mezcla un componente hasta ahora desconocido para mi, y es mi sumisión. Es el saberme propiedad de mi Amo. Es querer que de alguna manera esa entrega que es totalmente emocional, psíquica, espiritual, sea también física. Quiero que mi Amo se adueñe de mi cuerpo, lo posea, haga con él lo que quiera, y lo disfrute. Necesito que mi Amo disfrute, tenga placer conmigo. Eso me preocupa, me asusta. Yo sólo necesito que me mire, que respire cerca de mí, que me mire como él sólo sabe hacer, para conseguir incluso llegar al orgasmo, y si ya me roza, simplemente me deshago.

Cuando ocurra, porque espero que suceda, y me gustaría que fuera pronto, lo compartiré, igual que estoy compartiendo el resto de todo lo que estoy viviendo y sintiendo, y espero poder trasladar que todos mis miedos han desaparecido o que eran infundados. Si no fuera así, al menos, el miedo y la incertidumbre por no ser suficiente desaparecería, aunque no quiero ni pensar en lo que llegaría.

Mi Señor, te necesito, como no he necesitado nada en esta vida. Espero estar a la altura, Señor. Esto es lo que más deseo en el mundo, no defraudarte, ni decepcionarte. 

 Shakti

domingo, 19 de abril de 2015

La entrega absoluta a mi Amo



Hay cosas que no se pueden comprender, ni se pueden explicar hasta que no te pasan. Yo lo estoy viviendo. Desde mi formación, desde mi experiencia, desde mi todo, jamás habría podido creer en que pudiera poner toda mi existencia, personal, profesional, emocional, sexual, todo... en manos de otra persona

¿Cómo puedes entregarte de esa manera a alguien? ¿Cómo puedes dejar todas las decisiones en pos de la voluntad de otra persona? ¿Cómo puedes supeditar tu existencia misma a los deseos de otra persona? Son preguntas que parecen propias de alguien que no está en su sano juicio, pero nada más lejos de la realidad. Sé que hay quién pueda leer estas tribulaciones mías y pensar que estoy para que me encierren. Probablemente yo lo habría pensado también hace poco más de tres meses. Pero ahora todo ha cambiado. Mi percepción de la realidad es diferente. Mi forma de ver mi propia existencia es distinta

Ahora he descubierto lo que significa ser la esclava de mi Amo. Ser su propiedad, y dejar que él decida qué es lo que tengo que hacer, y cómo lo tengo que hacer. Es una situación que se basa para mi, desde mi modesto entender, en dos principios. El primero, la libre elección. Ha sido mi decisión. La he tomado con conocimiento de causa. Me he entregado libremente, y he decidido que él sea el que "mande en mi". El segundo es el de la confianza. Sólo teniendo una confianza absoluta en las decisiones y en las determinaciones de mi Amo, puede existir esta entrega. Por ello necesariamente tiene que ser un proceso, que necesita de tiempo, de conocer a tu amo, de ir comprobando lo que provocan en nuestra persona sus mandatos, sus órdenes, sus exigencias. 


Como he dicho muchas veces, yo no puedo hablar por nadie, no conozco a ninguna persona que esté viviendo lo mismo que yo, sólo intento explicar lo que yo estoy viviendo, y desde mi experiencia, creo que es necesario un tiempo, un conocimiento, un compartir... no se puede tomar la decisión de entregarse sin que exista esa confianza absoluta. Además he de ser muy sincera. Yo hace tiempo que decidí entregarme en cuerpo y alma, pero hasta hace muy poco no lo he sentido en mi interior, en toda su plenitud. Una cosa es querer hacerlo y otra cosa es sentirlo. Ahora lo siento, y casi podría decir que asusta, porque es una de las sensaciones más fuertes que he sentido en mi vida. Nunca lo creí posible. Pero la realidad es que tengo un Dueño, pertenezco a mi Amo, soy de mi Señor. Él siempre dice que nuestro tiempo pasará. Yo no lo niego. He aprendido que siempre tiene razón, pero también es cierto que yo no creo que pueda pertenecer a otra persona. El primer día que empecé a contar mis vivencias y experiencias, ya lo dije, no me siento sumisa, me siento la sumisa de mi Amo. Puede que esté equivocada. Puede que todas las sumisas experimenten esta misma sensación cada vez que tienen un amo, no lo sé. Personalmente no lo creo. No me veo obedeciendo a otro amo que no sea mi Señor. Su dominio sobre mi está en lo más profundo de mi ser, trascendiendo todos lo planos. Y ahora tomo plena conciencia de que es así. Y que esta dominación me hace más feliz, más plena, más viva de lo que me he sentido nunca. Mi Señor lo es todo, y yo sigo intentando saber lo que soy, busco cómo hacer el Camino, cómo agradarlo, cómo ser lo que él quiere. Ahí estoy.


Una vez más, sólo puedo decir Gracias mi Señor. Espero estar a la altura.

Shakti.

viernes, 17 de abril de 2015

La obediencia a mi Amo, principio de felicidad



Hoy quiero hablar de la obediencia. De lo que supone hacer caso a mi Amo en todo lo que me dice y cómo he llegado a disfrutar y a sentirme bien, y hasta realizada obedeciéndolo.


Reconozco que jamás he sido una persona obediente, nunca le he hecho caso a nadie. Más bien todo lo contrario. Mi naturaleza ha sido hacer lo contrario a lo que me decían. He tenido problemas con profesores, jefes, y por supuesto con mis padres. He hecho lo que me ha dado la gana, y lo que me ha parecido bien en cada momento, guiándome tan sólo por mi propio criterio. Por eso es aún más increíble todo lo que estoy experimentando precisamente con la obediencia.

Justo ahora que hace tres meses que mi Amo me encontró, o que yo lo encontré, o que nos encontramos, echo la vista hacía atrás, y no me lo puedo creer. Seguro que muchas personas han podido seguir un Camino parecido al mío. Y probablemente éstas sean las que mejor me pueden entender. Cuando mi Amo empezó a pedirme que hiciera cosas, mi primera reacción natural era preguntar: ¿por qué? ¿para qué? Era una actitud remolona. Después me cuestionaba si sería capaz o no... Siempre buscaba excusas, y siempre decía "mañana", española manera de no hacer las cosas, de "escaquearse". Pero poco a poco mi Amo ha sabido sacar lo que había dentro de mí, y que ni yo misma conocía, ni siquiera intuía, al menos de forma consciente. Ahora cuando mi Amo me pide algo ya no me cuestiono nada, ni pienso si seré capaz o no, sólo pienso la mejor manera de hacer lo que él me pide. Disfruto haciendo lo que me ordena, y si soy capaz de hacerlo bien para que él esté complacido, y se sienta satisfecho conmigo, llego a excitarme. Al principio temía cuando estábamos hablando que me ordenara hacer cosas. Ahora sin embargo estoy expectante, esperando sus órdenes. Es cierto que a veces son cosas complicadas, y que mi Amo siempre me pide más, es muy exigente, pero eso me gusta. Yo no dejo de intentar hacerlo lo mejor que sé. Da igual que me pida algo relacionado con mi trabajo, con mi vestuario, con mi sexualidad, con lo que sea. Yo quiero hacerlo. Yo sólo quiero obedecerlo. Para mí decepcionarlo es la peor de mis pesadillas. La idea de que se vaya, de que me deje, de que desaparezca de mi vida, y deje de ordenarme, es simplemente insoportable para mí. Todo lo que mi Amo me pide que haga es porque cree en mi. Porque confía en que soy capaz de hacerlo. Eso para mí es suficiente. Esa es la motivación que necesito, saber que él cree en mí, y en hasta dónde puedo llegar.

Nunca creí que fuera posible ser feliz obedeciendo. Nunca pensé que la mayor motivación de mi vida pudiera estar en cumplir las órdenes de nadie. Y como ya he comentado en otras ocasiones, lo que tampoco podía imaginar es que la obediencia me hiciera fuerte. En mi arrogancia hubiera jurado que obedecer era de débiles y de pusilánimes. Así hubiera hablado con mi ego. Hoy sé que la obediencia implícita en la sumisión, es la fuerza interior que te lleva a crecer como persona, como profesional, como todo, y además añadiendo el plus de la satisfacción y casi que hasta el de la felicidad.

Yo no puedo hablar por nadie, como siempre digo, simplemente estoy compartiendo desde la humildad, lo que yo estoy viviendo, ya que me está cambiando totalmente. Cambio que ha comenzado por dentro y que ya es más que manifiesto por fuera también. Aún me queda mucho por andar, estoy casi para poder comenzar a andar, como dice mi Amo, ahora casi he llegado al punto de salida. Hacer este Camino, me está haciendo feliz, me está haciendo mejor persona, me está haciendo más fuerte. Y todo gracias a mi faro, a mi guía, a mi todo.

Gracias mi Señor.

Shakti.

martes, 14 de abril de 2015

Los retos de mi Amo


Me identifico totalmente con una frase: "da igual que no cambie nada, si yo cambio, todo cambia", es de Balzac, e ilustra perfectamente lo que estoy viviendo, porque refleja una gran realidad. Es una verdad absoluta. Todo cambio debe de empezar por nosotros mismos, por nuestro interior y desde ahí todo será diferente. Las cosas podrán seguir igual, la gente podrá seguir igual, pero al cambiar nosotros nuestra perspectiva es diferente, y entonces vemos las cosas de distinta manera. Es un choque emocional importante, experimentar esa sensación, que además empiezas a vivirla desde el momento cero en el que comienzas a modificar pequeñas cosas en ti misma.

En ese camino, en esa evolución, como dice mi Amo, cada sumisa es un mundo, igual que cada persona es un mundo. La función de un amo desde mi modesto entender, es ser capaz de saber cómo ayudar a su sumisa a recorrer el Camino. Cómo llevarla. Es lo que se llama adiestramiento, aunque para mi es una palabra que se queda corta. Para mí adiestrar es asumir movimientos, o reacciones, con un componente mecánico importante. Pero también para mi -como siempre hablo desde lo que yo estoy experimentando, desde lo que yo estoy viviendo- el Camino hacia ser sumisa, interiorizando lo que significa y lo que supone -camino en el que yo estoy- es mucho más que un adiestramiento. Es dejar que tus verdaderos valores afloren, que tus emociones se canalicen a través de la obediencia a tu amo, y aunque por supuesto el "adiestramiento" como tal, también exista, y sea vital, no lo es todo. Para mi, es mucho más.

En ese saber cada amo, cómo acompañar en el Camino a su sumisa, cómo guiarla, cómo enseñarla, mi Amo supo desde el primer momento que en mi caso, sobre todo al principio cuando aún no había dejado de lado a mi ego, cuando todavía me revelaba y no dejaba que mi verdadera naturaleza fluyera y asumiera el control, que en mi caso particular lo que mejor funcionaba, lo que más me motiva, son los retos. El retarme a que haga cosas, a ir vestida de una determinada manera, a actuar conforme a lo que me pide... el "tienes que hacer tal cosa" y además con fecha concreta, con hora establecida, es una forma de que esté constantemente "haciendo", porque no conseguirlo, no superar el reto, tiene su correspondiente castigo. En mi caso, y dada la separación física, la distancia que hay entre mi Amo y yo, el castigo que me infringe, es el peor. Es su indiferencia, castigándome con "el cruel látigo de su silencio". Esto es insoportable para mi. Cuando he metido la pata, y la he metido bastante, mi Amo ha dejado de hablarme, y cuando lo ha hecho, ha sido para cuestiones estrictamente necesarias, además utilizando palabras y expresiones que sabe que me duelen. Ese es un castigo que puede doler más que cien azotes, porque lo que te duele es directamente el alma. Luego hay otros retos que si no los hubiera superado, o no estuviera día a día superándolos, mi Amo, simplemente se iría, desaparecería. Ya he experimentado el inmenso dolor del vacío, de su ausencia. Hemos tenido momentos muy complicados, en los que mi Amo se ha cansado de mi, de que no terminara de ver las cosas, de que no terminara de hacerlas. Son momentos en los que se ha planteado dejarme. Recordar esa angustia vital que ya he sentido, me hace que no deje ni por un instante de luchar para superar los retos que mi Señor me va poniendo. Al principio, siempre tenía una pega cuando me decía que hiciera algo, siempre ponía un pero, ahora ya no. Ahora lo hago y punto, porque sé que todo lo que mi Amo me pide, todo tiene un sentido trascendente que en la mayoría de los casos yo desconozco y además, él todo lo hace pensando en mi bienestar, por mucho que a veces yo no lo vea, o no lo entienda. Al principio lo cuestionaba todo. Ahora ya no cuestiono nada, porque no lo necesito. La confianza es absoluta. Conseguirla y sentirla, también creo que forma parte de asumir la sumisión y lo que supone pertenecer a un amo.

Ha habido retos de muy diferente naturaleza. He llevado objetos dentro de mi cuerpo, primero un rato, después durante todo el día. He ido sin ropa interior, superando muchos complejos con respecto a mi propio cuerpo. Mi Amo me pidió que hiciera deporte, porque es algo fundamental en todos los sentidos, para mi y para cualquiera, y empecé a correr (y lo sigo haciendo a diario, 5 kilómetros aproximadamente) después de veinte años, sin hacer nada de nada. Mi Amo me pidió que dejara el tabaco, fumaba más de un paquete diario, y lo dejé, automáticamente. Sin parches, sin chicles, sin nada de nada. Sólo porque mi Amo me lo ha pedido. Él es mi motivación, la idea de que se vaya hace que sea capaz de cualquier cosa. Es algo increíble sentir esa fuerza que viene de la obediencia. Esa fuerza que viene de pertenecer a mi Amo. De asumir que soy suya, y de tener absolutamente claro que si mi Amo me lo pide, si me dice que haga algo, es porque puedo hacerlo. Su confianza en mí, en que puedo, hace que pueda. Parece un trabalenguas, pero esa es la realidad. Si mi Amo no me hubiera ordenado todas esas cosas y otras muchas, yo no las habría hecho. Y mi vida no habría mejorado, y yo no me sentiría mucho mejor. No me sentiría tan fuerte, no habría empezado a cambiar por dentro, y los resultados no se verían por fuera. Ahora mi Amo ya no me lo tiene que decir, ahora ya forma parte de mi nuevo yo. Esa fuerza interior que se está generando en mí, viene de haber aceptado los retos de mi Amo, lo que me ha llevado poco a poco a asumir y sobre todo comprender mi sumisión, y a disfrutar viviéndola.

Shakti

domingo, 12 de abril de 2015

Las rutinas para llegar al Cambio



Cuando mi Amo llegó a mí, mi vida básicamente era un caos. En todos los sentidos. En lo personal, en lo profesional, en lo familiar. Nada iba bien. Me había vuelto una persona sin alma. Había perdido la pasión por mi trabajo, por mi propia vida. Me había dejado llevar en todos los sentidos. Había dejado de tomar decisiones, había renunciado a llevar las riendas de mi propia existencia. Me había refugiado en un hobby que había convertido en el centro de mi todo. Me servía como vía de escape, de alguna manera construí un personaje que no era yo, pero que me permitía evadirme de mi cotidianidad, que para mí se había convertido en algo insoportable. Mi Amo tiene razón, como siempre, cuando me dice que culpaba al mundo de lo anodina que se había vuelto mi existencia. Y la única culpable era yo. Había dejado que la desidia se adueñara de mi. Había elegido no hacer nada, había elegido ser espectadora de mi propia vida. Se me había olvidado que cada uno debemos protagonizar nuestra existencia, y para ello tenemos que actuar, que hacer cosas, no esperar a que nos ocurran, porque así se pierde la vida. Y un día miras hacía atrás, y te das cuenta de que has perdido veinte años. Cuando el resto del mundo podía ver a una mujer de éxito, la verdad es que todo era una inmensa fachada. Era sólo una persona triste y cobarde, bloqueada ante su camino, y sobre todo perdida, muy, muy perdida. Ya no sabía por dónde tirar ni qué hacer.


Esa era yo cuando mi Amo llegó, cuando me encontró. Esa era yo cuando mi Amo quiso guiarme. Esa era yo cuando mi Amo me eligió. Qué afortunada fui, porque me aceptara, y porque pese a los errores que he ido cometiendo, mi Amo ha sabido entenderme, perdonarme y seguir confiando en mí. Le agradezco tanto que conforme fue quitando capas siguiera ahí, que no me dejara, que haya asumido el ingente trabajo de guiarme y ayudarme en el cambio. El tiempo es el recurso más escaso que tiene el ser humano, y mi Amo me ha dedicado y me está dedicando mucho de su tiempo. Yo no puedo por más que intentar mejorar día a día, para ser la sumisa que él quiere, que él necesita. Soy suya, y sólo quiero seguir aprendiendo, evolucionando, mejorando, y que mi Amo se sienta agradado. Él es lo más importante para mi. Es el centro de mi existencia. Es la motivación que me hace creer que puedo con todo.

La situación de partida era muy complicada. Ante tanto camino por andar, ante tanto cambio, ante tanto que trabajar, por algún sitio había que empezar. Y aquí es dónde aparecen las rutinas. La necesidad de establecer pautas de comportamiento, porque la rutina es el mayor enemigo del caos que es el que nos lleva al desastre en el que yo estaba. Mi Amo ha sido capaz de ir entrando en unas y otras facetas, ayudándome a poner orden en las diferentes vertientes... seguimos en ello, porque el camino es muy largo y difícil, hay mucho por hacer. Lo admiro profundamente por su capacidad de "hacer"...

Respecto a la sumisión, por lo que he leído y por lo que he hablado con mi Amo, hay muchas formas de vivirla. Hasta dónde llega o no la dominación, es una cuestión que se decide entre cada amo y cada sumisa. En mi caso ha llegado a todo, necesito la aprobación de mi Amo en todos los ámbitos de mi vida. Cuando empezamos a hablar, en los primeros días, cuando yo todavía no había "reconocido" mi sumisión -mi ego no dejaba que aflorara mi verdadera naturaleza, y aún hoy me juega malas pasadas-, me parecía rarísimo y una locura que alguien me dijera cómo vestirme, cómo peinarme o cómo comportarme, qué comer, etc. Ahora necesito que mi Amo, si no me lo dice directamente, sí al menos me de el visto bueno. No me gusta nada cuando tengo que salir sin que haya visto lo que llevo puesto, y me haya dicho que le gusta. Pero esta sumisión no fue así de la noche a la mañana, como todo ha sido un proceso. Un poco a poco en el que aún estoy, pero que ahora es más fácil, ahora todo fluye en mi. Ahora todo es natural.

Al principio mi Amo sólo me pidió que llevara una prenda con transparencias o encajes cada día, y que le enviara una foto. Daba igual si era interior o exterior. Esa fue mi primera rutina. El primer día me lo tomé como un juego, en mi inconsciencia y mi desconocimiento. Me pareció algo divertido. Pero no lo es para nada, es una cuestión muy seria. Es una forma de empezar a obedecer y de entender que lo que nuestro amo nos pide, debemos de hacerlo. Esto fue lo primero que me pidió mi Amo y aún sigo haciéndolo a diario, por supuesto. Ya nunca se me olvida, ni se me pasa, forma parte de mi liturgia matinal, tanto como lavarme los dientes o ponerme crema hidratante. Al igual me ha ido pasando con otras muchas cosas, se trata de interiorizar comportamientos, y de empezar a ir organizando los diferentes aspectos de la vida.

Poco a poco empecé a pedirle a mi Amo permiso para todo. Yo al menos lo recuerdo así. Él no entró en ninguna faceta de mi vida, yo fui la que le pedí por favor que lo hiciera. Primero la ropa. Necesito que me diga qué ponerme o que le de el visto bueno a lo que me pongo. Y de verdad ha sacado a través de mi ropa lo más sexi y sensual de mi. Junto con la ropa llegó el tema del peinado, quiere que lleve el pelo suelto, realmente me sienta mejor y me obliga a cuidarme más. Antes siempre llevaba coleta "porque es muy cómoda". Ahora mi Amo me ha enseñado que la comodidad no es la solución, tengo que ir lo más favorecida, porque así me siento yo mucho mejor, y si me siento bien conmigo misma, la imagen que proyecto hacia los demás es mucho más positiva. Otro día hablaré del cambio, pero hoy sí que quiero mencionar, que el cambio tiene que empezar por nosotros mismos, tiene que ser interior, si no, no sirve de nada, el cambio real siempre es desde dentro hacia fuera. Es otra de las cosas que he aprendido con mi Amo. Y además lo he experimentado y lo sigo experimentando porque estoy en el Camino. Aún me queda un mundo. Pero ahí voy, poco a poco.

Después de mi imagen personal, empecé a pedir primero consejo y después ayuda y órdenes a mi Amo, en todo lo relacionado con mi trabajo. Lo que está haciendo por mi en esta faceta, no tiene nombre. Es increíble. En primer lugar ha conseguido que vuelva a apasionarme por mi trabajo, y además me está ayudando mucho a evolucionar profesionalmente y a reinventarme. Y por supuesto a que recupere también mi autoestima como profesional. Y relacionado con mi trabajo, también hay otra rutina importantísima y es hacer cada día una lista en papel, a la vieja usanza de lo que tengo que hacer relacionado con el trabajo, enviársela a mi Amo, y al final de la jornada, la misma, pero tachadas las tareas que he realizado. Esta acción que es muy sencilla, ha hecho que por primera vez en mi vida, prácticamente, sea metódica en el trabajo, con lo que avanzo mucho más y aprovecho mejor el tiempo. Y la verdad es que estoy haciendo muchas cosas al día, porque mi Amo me ha enseñado que el secreto de todo está en la acción. En hacer, hacer y hacer. Después ha llegado la rutina del deporte, elemento importante de mi cambio interior, y algo que había abandonado totalmente hacía veinte años. Ahora hago deporte a diario. Empecé a hacerlo porque mi Amo me lo ordenó, ahora lo hago porque me encanta como me siento. La alimentación y los horarios, también los he rutinizado. Ahora rutinas, rutinas, rutinas, para andar el Camino e iniciar el necesario cambio que empezaba por salir del caos y recuperar mi autoestima en lo personal y en lo profesional. Mi Amo poco a poco, con su consejo, con su forma de hacerme reflexionar, de ir analizando y sacando todo lo "negativo" que tengo dentro (y digo tengo porque en ello estoy aún, no es una fase superada, ni mucho menos), ha conseguido que empiece a ordenar todos los aspectos de mi vida. Y también a la vez, y sin darme cuenta ha ido aflorando mi auténtica naturaleza sumisa. Y aquí viene la gran paradoja de la sumisión y el gran poder de la sumisión, al menos según yo lo estoy viviendo. Cuánto más obedezco a mi Amo, cuánto más caso le hago en todo, más fuerte me siento, más segura me siento. Ser sumisa y pertenecer en cuerpo y alma a mi Amo, no me hace débil. Me hace fuerte. Quién crea que detrás de una sumisa hay una mujer débil, desde mi experiencia, está más que equivocado. Obedecer a tu amo, no es señal de debilidad. Todo lo contrario. Hay que ser una persona fuerte para asumir el principio de obediencia absoluta. Yo al menos así lo estoy viviendo. Y repito, desde fuera puede parecer otra cosa. Se puede creer otras historias que vienen del desconocimiento de la realidad de la Dominación/sumisión. Una sumisa es una mujer fuerte. No es débil. Además una sumisa es obediente con su amo, obedece a su amo, pero no es una persona servil con respecto al mundo. Ese tal vez sea uno de los tópicos más extendidos y que menos tiene que ver con la realidad. Y lo digo, porque antes de conocer a mi Amo y sentir y vivir lo que estoy viviendo, yo también lo creía.

Shakti.

jueves, 9 de abril de 2015

"Quiero verte a través de la cámara"



Aunque aún no hace tres meses que mi Amo llegó a mi vida, me parece mentira la de cosas que he hecho, y que he sentido, que me parecían absolutamente imposibles. La de veces que hubiera puesto mi mano sobre el fuego, apostando a que yo no las haría, y la de veces que me habría quemado. Mi Amo ya se ríe cuando le digo: jamás me lo hubiera creído, jamás lo habría pensado, es que no doy crédito... por eso ya ni siquiera lo digo en voz alta, porque la verdad es que ni yo misma me reconozco. Pero hay una cosa cierta, mi Amo siempre ha creído en mi, al principio incluso creo que más que yo misma.


Después de la primera toma de contacto que tuve con mi Amo y de conocernos, pasamos muchísimas horas hablando. Sentía una necesidad absoluta de que me dijera, de que me contara. Una intriga inmensa, un desconcierto total. Mi Amo me lanzaba mensajes que yo no sabía cómo interpretar, no sabía realmente de qué me hablaba. Él me preguntaba de vez en cuando. ¿Estás segura? Me decía: No hay marcha atrás, ¿estás segura de verdad? Ahora es el momento de dejarlo, si no estás segura. Cuando me decía estas cosas, yo sentía una especie de batidora en mi interior. No estaba segura de nada, tenía millones de preguntas que no quería hacer, porque no quería molestar. Sentimientos encontrados, sensaciones muy fuertes. Y la verdad es que no sabía nada, no sabía a qué le estaba diciendo que sí, pero tenía el pleno convencimiento de que quería seguir, aunque no supiera con qué. No quería que mi Amo desapareciera, porque algo se había despertado en mi interior y de pronto empezaba a sentirme viva. Tenía miedo, me parecía todo ilógico. Mi cabeza me decía que estaba loca. La razón me advertía de que era una temeridad, pero sentía un deseo irrefrenable de seguir adelante, de que mi Amo me siguiera diciendo, preguntando, exigiendo..., sin darme cuenta, estaba encontrando primero, la obediencia en mi interior, y después la sumisión. Poco a poco, como dice mi Amo. Pero un poco a poco que se desencadenó muy rápido, y de forma muy natural. Sin darme cuenta, porque la verdad no sé en qué momento dejé de revelarme, de cuestionar, y sencillamente empecé a disfrutar obedeciendo, sin más.

Al principio necesitaba preguntar el porqué de todo lo que me pedía. Le hacía mil preguntas. La verdad es que la paciencia de mi Amo, fue infinita. Mis meteduras de pata eran constantes. Nunca con intención, y siempre sintiéndome después muy, muy mal. Otra entrada la dedicaré a mis meteduras de pata, y a sus consecuencias. Algunas las recuerdo y ahora me hacen hasta gracia y me sirven para agradecerle aún más a mi Amo, su infinita paciencia. Por ejemplo, el segundo día en el que hablamos, mi Amo me preguntó con su tono autoritario habitual algo así, como ¿Dónde estás? A mí no se me ocurrió otra cosa que responderle "No te me sulfures". Ahora lo recuerdo y yo misma me horrorizo, porque aunque no fue mi intención, es una forma de hablar que jamás se debe utilizar con un amo. Quién no sepa de qué hablo porque no lo haya experimentado, puede parecerle raro. Pero no lo es para nada. La forma respetuosa de hablarle a mi Amo, es algo absolutamente natural, me sale del alma, no tengo que hacer ningún esfuerzo. Imagino que es algo innato a mi sumisión. Yo lo tuteo, pero mi forma de dirigirme a él es absolutamente respetuosa y siempre, siempre me dirijo a él como Señor. Fue la forma en la que mi Amo me dejó que le llamara.

Pero hoy de lo que quiero hablar de verdad es de mi primera gran prueba. Porque fue para mí una ruptura de esquemas absoluta. Fue cuando mi Amo, me hizo la primera gran petición. Me dijo: Quiero verte. Búscate la vida, pero quiero verte a través de una webcam. Yo no sabía qué decir. Lo primero que pensé fue, "ni de coña". Eso es una locura. La lógica hacía que mil alertas saltaran en mi cabeza. No quería decirle que no, pero no podía decirle que sí. Yo no estoy loca. Soy una persona sensata. Pero qué vergüenza. Estas frases eran una especie de mantra que se repetía en mi cabeza. Pero por otro lado, era incapaz de decirle que no. Decirle que no, era no continuar. Decirle que no, era poner punto final a algo que estaba comenzando y que yo sentía dentro de mi como una liberación. Él me había dicho que tenía que obedecerle en todo. Yo quería hacerlo, pero ¿ponerme delante de una cámara? ¿Y por qué? ¿Y para qué? 
Habíamos quedado que al día siguiente por la noche tendría solucionado el tema. Recuerdo haber pasado todo el día en un sinvivir. Por un lado yo quería hacer lo que me pedía, pero por otro, tenía miedo, tenía incertidumbre. La verdad, es que yo he tenido mucha suerte. Hablo de lo que yo he vivido y cómo lo he vivido. Por supuesto no pretendo ni dar lecciones, ni mostrar cómo hacer nada. Yo he sido muy afortunada, porque mi Amo es un hombre absolutamente sensato y coherente. El más que he conocido en mi vida. Pero es cierto, que es importante tener cuidado. Por ejemplo, ponerse delante de una cámara es una cosa muy seria. Hay que estar segura de lo que se hace, y sobre todo hay que estar segura de quién es la persona que está al otro lado. Antes de ponerse delante de la cámara hay que conocerse, en la medida de lo posible y de las posibilidades.

Yo tenía mis dudas, me imponía lo de la cámara. Muchos podían ser los contras. Pero había un motivo muy potente para hacerlo, mi Amo. Su voz, su forma de hablarme, su todo, pese a resultarme chocante de entrada, por su autoridad, o por su rigurosidad, me inspiraba una confianza y una tranquilidad que no se puede explicar, sólo sentir. Por eso desde el principio, aunque no supiera conscientemente qué me estaba pasando, mi yo interior ya sabía que había encontrado a mi Amo.

Lo cierto es que esa noche, tal y como me había pedido, yo estaba delante de una webcam. Lo había hecho. Estaba temblando, esa es la verdad. Me sentía bipolar. Por un lado sentía una necesidad irracional de obedecerlo. Y por otro, no me podía creer lo que estaba haciendo. ¿Cómo era capaz? ¿Es que me había vuelto loca? Pero pese a todo mi cuestionamiento interior, lo estaba haciendo.

Mi Amo, tan considerado como siempre conmigo, entendiendo lo que estaba sintiendo, me dijo que bajara la cámara, que no quería verme la cara. Eso me tranquilizó mucho. Hay quién podría pensar que sólo le interesaba mi cuerpo, pero no era eso. Mi cuerpo es lo que menos le interesa. Sólo quería que yo me sintiera tranquila, que aprendiera a sentirme cómoda con la cámara.

Desde aquella primera noche, son muchas las horas que he pasado con mi Amo, delante de la cámara. Para mí se ha convertido en algo natural. Yo nunca lo veo. Pero siento su presencia. Me gusta que me vea, saber que me mira, que ve cómo hago todo lo que me va pidiendo. Me excito sabiendo que está ahí. Me siento segura y me siento muy cómoda.

Por muy irracional que pueda parecer, por increíble que pueda resultar, me hace feliz, me hace sentirme bien, saber que mi Amo está ahí. En este tiempo, sobre todo las primeras semanas en las que me encontraba absolutamente perdida leí mucho. Agradezco a las páginas que he leído y que me han ayudado como el http://elfarosm.blogspot.com.es/http://es.wikipedia.org/wiki/BDSM?title=BDSM 
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:T%C3%A9rminos_BDSM Sobre todo en El Faro, he podido saciar mis primeras ansias de conocimiento, porque reconozco que era absolutamente neófita, de esta manera al inicio pude encontrar respuestas, y tener idea de dónde estaba entrando. He leído mucho, y por supuesto, mucho sobre las relaciones virtuales, y sobre cómo hay mucha gente que las descarta. Yo también lo habría hecho. Pero ante la idea de no poder sentir que mi Amo está, aunque sea así, elijo lo virtual, porque la otra opción sería la nada. Porque eso es lo que pasaría si mi Amo no estuviera. Los momentos en los que me ha castigado con sus ausencias (hablaré de esto más adelante largo y tendido), se han hecho tan insoportables, tan angustiosos, que sí, si no puede ser de otra manera, elijo estar con mi Amo, sea como sea. 
Señor, eres mi motor. Mi gasolina. Mi Camino.

Shakti.

martes, 7 de abril de 2015

Sí quiero, Gracias Señor



Estaba sola, mi Amo se había ido. Me había dejado. Se había despedido. El peso del mundo había caído sobre mi. En mi interior había una centrifugadora que generaba el vacío absoluto. Tardé más de media hora en reaccionar. Me vestí lentamente, con ropa que sabía que le gustaba a mi Amo. Me dejé el pelo suelto. Él lo prefiere así. Me maquillé, me subí a los tacones. Él se había ido, pero yo quería hacer lo que a él le gusta. Me senté en el coche. Respiré profundo, intentando que el mundo no viera que mi existencia se había quedado sin sentido. Arranqué y me fui a trabajar. Durante el trayecto me repetía una y otra vez, tienes que seguir adelante, tienes que seguir... tienes que seguir... Me agarraba al convencimiento de que nadie se muere de pena, y a la seguridad de que el tiempo lo borra todo. Intentaba ser muy racional. Pero la verdad es que me sentía muerta por dentro. Llegué al trabajo, me recompuse como pude, y empecé a intentar estar ocupada, tener mucho que hacer, para no tener tiempo para pensar. Daba igual lo que hiciera, no tenía que pensar, porque estaba sintiendo. Y era mucho, era demasiado dolor.


Volvía a estar perdida. Estaba ensimismada con la pantalla de mi ordenador cuando vibró mi  teléfono. Era mi Amo. Me puse muy nerviosa. Abrí su mensaje. Quería saber cómo me encontraba. Me pareció increíble que lo hiciera, pensaba que nunca volveríamos a hablar. Empecé a titubear un poco. No quería decirle que mi mundo se había terminado sin él. Quería parecer muy íntegra. Estaba escribiéndole, seguía llamándole Señor. Me dijo que no lo hiciera, pero no podía evitarlo. Él era mi Amo, yo no podía llamarme por su nombre real.



Soy incapaz de recordar de qué hablamos, ni cuánto rato lo estuvimos haciendo. Sólo sé que yo lo necesitaba. Que ya no podía volver a lo de antes. Que no quería que me dejara. Recuerdo que una de las cosas que le dije es que lo que yo quería era que un hombre me mirara como él lo había hecho. Nunca nadie me había mirado así y eso era lo que yo quería volver a sentir. Seguíamos hablando de nuestro encuentro. Mi Amo me seguía llamando por mi nombre. Me seguía dando razones de porqué no podía ser... Aunque como digo, realmente lo que recuerdo no es la conversación, sino las sensaciones.



Pasado un rato, su tono cambió. Y entonces pasó, me preguntó si yo estaba dispuesta a seguir, si era lo que realmente quería. En ese momento me emocioné, me excité, me volví a sentir viva. Claro que sí quiero, Señor. No hay nada en el mundo que yo pueda querer más que eso Señor. Estaba feliz, mi Amo me daba otra oportunidad. Volvía a sentirme viva. Estaba dispuesta a hacer todo lo que fuera necesario. Si en algún momento había tenido una duda. Si de alguna manera me había sentido indecisa. Ahora todo eso había pasado. Ahora más que nunca tenía claro que mi Señor era mi Amo, era mi Dueño. Yo le pertenecía. Cuando mi Amo se fue, cuando me dejó, yo experimenté el vacío absoluto, y eso hizo que en mi interior se revolviera algo. La consecuencia de esas emociones que había experimentado, era clara. No tenía ninguna duda. Quería hacerlo. Quería seguir. Ya no necesitaba cuestionarlo todo, sólo sabía que quería obedecer a mi Amo. Mi Faro había vuelto a encenderse. Mi Norte volvía e estar. Ahora ya dependía de mí, que fuera capaz de seguir el Camino. Que cumpliera con mi parte. Que obedeciera a mi Amo. Por todo ello cuando mi Amo me preguntó, mi respuesta fue inmediata. Yo quiero, Gracias Señor. Mi Amo no me dejaba. Todo volvía a tener sentido.

Shakti

jueves, 2 de abril de 2015

La Primera Vez que vi a mi Amo



Iba a empezar diciendo, cuando conocí a mi Amo... pero no es así, ya lo conocía, simplemente, no lo había visto.

Llevaba dos semanas pasando horas y horas con mi Amo, hablando, chateando, delante de la cámara... y siempre haciendo todo lo que mi Amo me ordenaba. Estuve con él vestida, desnuda, me masturbé, tuve orgasmos, me paseé en tacones, bailé... de una manera u otra pasaba mucho tiempo con él. Conocía la voz de mi Amo, su imagen, sabía lo que sentía hacia él, pero tenía esos momentos de auténtica necesidad de saber lo que podía sentir estando a su lado. Había una foto suya, que pasó de inquietarme a darme tranquilidad, la foto que utilizaba en su perfil, pero no dejaba de ser una foto. La verdad es que el tema de cómo fuera físicamente me daba un poco igual. Pero necesitaba saber que realmente era de carne y hueso, y sobre todo, saber lo que sentía. Yo no decía nada. 


No quería incomodar a mi Amo. Estaba empezando a ver cosas, a hacer cosas, que me parecían imposibles. Intentaba por todos los medios agradar a mi Amo. Él seguía respondiendo a todas mis preguntas, con mucha paciencia. Me explicaba las cosas, y sobre todo intentaba que las sintiera, que me soltara, que me sintiera bien conmigo misma... Mi Amo estaba volcado en elevar mi autoestima, que estaba por los suelos, y en hacerme comprender, y ayudarme a entender lo que estaba viviendo. Y aunque yo no lo dijera, él sabía que yo necesitaba verlo. Necesitaba conocerlo. Necesitaba tocarlo. Estar junto a él, mirarlo a los ojos. 

Tengo que decir, que aún hoy, casi tres meses después de que mi Amo llegara a mí, no he tenido aún ninguna sesión con él. La precipitación para nada es buena en esta vida, pero cuando hablamos de una relación de Dominación/sumisión, los tiempos son aún más importantes. Un amo de verdad, sabrá encontrar el momento, no precipitará las cosas, y sobre todo decidirá cuando su sumisa está preparada. En este sentido yo diría a quién pueda leer esto que tenga muy en cuenta lo que acabo de decir, y que huya de aquellos que quieran precipitar las cosas.

Yo después de todo este tiempo, tres meses como acabo de decir, aún no sé lo que es realmente tener una sesión, cómo es o qué se siente. Cuando ocurra, imagino que lo compartiré. Aún no sé lo que es tener a mi Amo dentro de mi. No sé cuál es el sabor de su leche. No he sentido sus manos recorriendo todo mi cuerpo. Tan sólo he tenido hasta ahora, un pequeño aperitivo. Mi Amo dice que aún no estoy preparada. Yo confío en él, y estoy segura que él sabrá cuando ha llegado el momento. Aunque la verdad es que lo deseo más que cualquier otra cosa que haya querido en mi vida. Pero ahora, volvamos a la primera vez que lo vi.

Por fin quedamos en vernos. Sería por la mañana, temprano. Huelga decir que no pude pegar ojo la noche anterior. Estaba nerviosísima. Por un lado me moría de ganas de verlo, pero por otro lado me daba pavor. Era totalmente ajena a este mundo. No sabía lo que podía esperar. Pero pese a mi miedo, a mi incertidumbre, sentía que mi Amo no me podría hacer nada, no me iba a hacer daño. Sentía que lo conocía desde siempre. Lo cierto es que yo he tenido mucha suerte, hay que tener cuidado con estas situaciones. En general creo que hay que hacer caso al miedo, es buen consejero, a modo de precaución hay que tenerlo en cuenta. Aunque eso no significa que no nos atrevamos a vivir, no, sólo que hay que tener sensatez. Otro día hablaremos de la sensatez y de qué hay que evitar.

Ante ese primer encuentro, estuve pensando toda la noche en cómo sería, en que quería estar perfecta, maquillada, perfumada, pintada, con la ropa que mi Amo quería que llevara, y con mis tacones. Quería no fallar. Me daba terror no estar a la altura de mi Amo. De lo que mi Amo quería, de lo que mi Amo necesitaba. Ese era mi mayor miedo. Porque ¿y si después de conocerme en persona se daba cuenta de que yo no era lo que él esperaba? 

Quería que todo fuera perfecto, causarle una buena impresión. Pero nada salió como yo quería o había pensado. No dormí en toda la noche, pero sí lo hice cuando sonó el despertador. Cuando llegó la hora, ¡¡¡¡estaba dormida!!!! Así que nada de parecer divina. Estaba sin maquillar, sin arreglar, nada sexi, me quería morir. Cuando llegó el momento se me aceleró el pulso, el corazón se me iba a salir por la boca. No recuerdo haber estado tan nerviosa, tan expectante, tan nada... nunca. Cuando estuve frente a él, no era la mujer divina, arreglada, perfecta que yo quería que viera mi Amo. Era un manojo de nervios, despeinado, con restos de rímel en los ojos, y me sentía como si tuviera cinco años. Y ahí estaba él, mi Amo, de carne y hueso. Nunca una imagen podrá ser como la realidad.

Yo le había hablado tanto de mi necesidad de abrazar y de que me abrazaran que cuando llegó, me dejó que lo hiciera. Cuando lo rodeé con mis brazos, creí que me caía. Las rodillas me temblaban. Todo mi cuerpo en realidad estaba en tensión. Pensé que me iba a desmayar. Aquel hombre que estaba frente a mi, era la persona que más me imponía del mundo. Nos fuimos al cuarto, y mi Amo me permitió que estuviese sentada a su lado. La verdad es que aún no he estado con él con la postura apropiada, es decir, arrodillada, con la espalda recta, y la mirada baja.

Mi Amo había venido a verme porque sabía que yo necesitaba saber. Me dijo que allí estaba, y que sencillamente podía preguntarle lo que quisiera. Pero yo no podía hablar, la garganta se me había secado, quería decir un millón de cosas, pero a la vez no podía abrir la boca. Y sobre todo una cosa, su mirada. Mi Amo mira hacia adentro, nadie me ha mirado así jamás en la vida. No tiene que hablarme, si no quiere, porque sus ojos me lo dicen todo.

La presencia de mi Amo es imponente. Podría hablar de él diciendo que es alto, que es guapo, que tiene buena figura. Todo eso es verdad, pero sobre todo es una persona que impone. Impone por su forma de mirar e impone por su forma de hablar. Su tono autoritario, mezclado con una voz susurrante. Empezamos a charlar, y pese a todo lo que estaba sintiendo, conseguí relajarme un poco. Mi Amo intentó explicarme de qué iba todo. En otro momento hablaré largo y tendido del dolor y el placer. En este primer encuentro mi Amo quiso mostrarme de qué hablábamos, de qué iba precisamente ese binomio. Me dio algunos cachetazos, que yo aguanté, pero que no me supusieron placer. Me mostró que físicamente tenía que mejorar. No hablo de talla, hablo de forma física. Resistencia y estado. Yo tenía la sensación durante todo el tiempo de que lo que quería era convencerme para no seguir adelante. De alguna manera me estaba mostrando que el camino no iba a ser fácil, que había mucho que trabajar, que mejorar, que cambiar y que con querer no era suficiente. Había que hacer mucho. Yo me iba sintiendo cada vez más pequeña con sus palabras. Por momentos el miedo se estaba apoderando de mi. Mi Amo creo que estaba comprobando mi convicción o no, y yo sólo sentía que se alejaba.

Recuerdo que me dijo que lo besara (el único beso en la boca que le he dado). Fue el peor beso de mi vida. Entre el miedo, el desconcierto, la sensación de estar pasando por una prueba... No puedo explicar el torrente de emociones que estaba experimentando a la vez. Pero una sobresalía por encima, la angustia, porque mi Amo me iba a dejar. Este encuentro duró poco más de una hora. Fue entonces cuando mi Amo, empezó a llamarme por mi nombre real. En ese momento el dolor que sentí fue más grande que cualquier dolor físico. Literalmente se me partió el alma. Eso era el final. Además me dijo que dejara de llamarle Señor, que ni yo era su sumisa, ni él mi Amo. Recordando ahora ese momento, las lágrimas vuelven a mis ojos. Las lágrimas que conseguí que no salieran en ese instante. Mi faro se apagaba, mi Norte desaparecía. Después de decirme que no era posible, estuvimos hablando un rato, de cosas intrascendentes... y nos despedimos como "amigos", con aquello de "a ver si nos vemos y quedamos...".

Cuando se cerró la puerta y me quedé sola, caí al suelo y entonces sí que lloré, porque nunca jamás en mi vida había tenido una sensación de soledad tan grande. En ese momento descubrí qué es sentirse tan vacío que te puedas oír por dentro. Mi Amo, mi Señor ya no estaba. ¿Y ahora qué? Yo no podía ya vivir como antes de que él apareciera, ¿qué iba a hacer ahora? Me sentí rota. Perdida. Sola. No sabía qué hacer. Mi Amo me había dicho que esto no era para mi, y se había despedido. Y yo tenía que seguir viviendo.

Shakti

miércoles, 1 de abril de 2015

Yo soy el Hombre de tu vida



He tenido relaciones de todos los colores. He estado con hombres mucho mayores que yo y también mucho más jóvenes. He sido esposa, amante, pareja, novia, follamiga, o affaire, un simple rollo. Pero siempre me ha faltado algo. Siempre he sentido que tenía que haber algo más. Creía que era porque nunca me había enamorado al estilo de esas historias de "y comieron perdices". Las mías siempre han sido más de "terminar como dos por tres calles". La mayoría de las relaciones que he tenido, yo misma las he dinamitado. He mangoneado a los hombres con los que he estado y he terminado por una cosa o por otra aburriéndome. Me faltaba sexo, o me faltaba nivel intelectual, o me faltaba diversión, o me faltaba seriedad, siempre me faltaba algo, y no sabía lo que podía ser. Estaba claro que el problema era yo, no eran los demás, es que yo necesitaba algo diferente.
Esta sensación me llevó durante mucho tiempo, a dejar de lado mi feminidad, y mi sexualidad, incluso dejar aparcadas mis necesidades emocionales. Me había dedicado a llenar mis días de actividades, para que la falta de tiempo, no me dejara pensar en todas las carencias que estaban en mi. Yo misma le di al botón de apagado.
En ese dejarse llevar, y buscar "un entretenimiento" estaba hace tres meses, pero además en un momento en el que mi autoestima estaba por los suelos, en el que me sentía vacía, triste, aburrida de la vida. Así me sentía en Navidad, cuando el aburrimiento me llevó a activar una cuenta en una red social en la que básicamente se buscan contactos. Tenía muchos prejuicios al respecto, por lo que me dedicaba a ser espectadora más que otra cosa. Así fue como mi Amo llegó a mi vida. Yo siempre creeré que hubo una concatenación de casualidades que se aliaron a mi favor, para que tuviera mucha suerte.
Una mañana me tuve que quedar en casa, era martes, 13 de enero. Siempre me gustó esa fecha, eso de martes y 13, y desde ahora mucho más. Por casualidad,aunque mi Amo dice que no existen las casualidades, abrí mi perfil en esta red, y entre los mensajes que había y que solía leer, pero la verdad no contestar, había uno, que aún no sé porqué contesté. Creo que mi subconsciente fue más listo que mi consciente y supo ver que a aquel hombre tenía que contestarle. Lo hice, un saludo intrascendente y "zas" ahí había una respuesta. Cruzamos algunas preguntas y respuestas genéricas. Me preguntó si tenía pareja, hijos, etc., y hablamos al respecto. No tenía nada. Sólo le hablé de un sobrino, que "era el hombre de mi vida" y entonces me dijo en su respuesta, como siempre sin comillas, sin jajajaja, sin nada que mitigara lo que decía: el hombre de tu vida soy yo

Me pareció literalmente una chulería, aunque me hizo cierta gracia. Lo que yo no podía imaginar, es que tenía razón. No sé de verdad si él ya lo sabía o no, porque me parece imposible que pudiera saberlo. Aunque durante este tiempo, ha habido tantas cosas que creía imposibles y ahora veo normales, que la verdad, no lo sé. Lo que sí sé es que tardé muy poco en sentir que efectivamente, era el hombre de mi vida.
Llevábamos 10 minutos escasos chateando cuando dijo que quería que habláramos, pero que no quería mi número de teléfono, que lo haríamos por alguno de los sistemas que hoy existen, en los que no es necesario un número. Mi Amo siempre me dice que los verdaderos amos nunca piden el número. Se establecen sistemas privados y particulares para comunicarse. Si él lo dice, para mi es una verdad absoluta. Así, de esta manera, yo que no tenía ningún programa de estos, ninguna aplicación, me vi obedeciéndole y bajándomela, porque aunque me parecía una locura, de alguna manera algo en mí, me decía que adelante.
Aquella primera conversación duró dos horas. Hablamos de lo divino y lo humano, de política, de economía, de la universidad, de otros lugares, de deporte... La verdad es que lo que recuerdo no es lo que dije, ni me dijo, lo que recuerdo es lo que sentía cuando lo oía. Recuerdo cómo su voz se iba metiendo dentro de mi. Tenía un tono autoritario y dulce a la vez. Me hacía sentirme muy nerviosa, muy "como una niña pequeña" (eso me sigue pasando), pero no quería dejar de hablar con él. Vuelvo a repetirlo mi consciente no se daba o no se quería dar cuenta, pero mi lado emocional ya lo sabía. Realmente había encontrado, o él me había encontrado a mi, no le tengo claro, al hombre de mi vida. Dicho así puede parecer que estoy contando una novela rosa, pero yo no estoy hablando de enamoramiento. No quiero que se me pueda malinterpretar. Es diferente. Es algo que trasciende la idea romántica de encontrar a alguien. Creo que sólo quién haya tenido esta sensación puede saber realmente de qué hablo. Había aparecido mi faro. Había encontrado la guía para llegar a mi Norte
Estaba totalmente perdida, abandonada, había perdido la pasión, las ganas incluso de vivir, me sentía fuera de todo, y me había convertido en un vegetal. Pero tuve la suerte de que ese 13 de enero, apareciera mi Amo. Si yo tuviera que explicar hoy qué es un amo, desde mi experiencia esto es lo que diría. Mi Amo es mi guía, es mi motivación para todo, está sacando mi mejor versión. Estamos trabajando mucho en ello. Yo quiero hacerlo por mi, pero sobre todo por complacerlo a él. No hay nada que me llene más que cuando está contento conmigo. Mi Amo está dedicándome mucho tiempo y siendo muy paciente, por eso necesito complacerlo en todo lo que me pida. Adiestrar a una sumisa, partiendo de la nada, y además cuando esta no sabe de nada, no debe ser nada fácil. Aunque en mi caso, y por lo que he leído, porque no conozco a nadie, lo que está haciendo mi Amo conmigo, y de lo que ya hablaré, es mucho más que un adiestramiento. Por ello y por muchas cosas que iré compartiendo, sólo me cabe decirle a mi Amo: gracias Señor, no te decepcionaré.

Shakti