Son muchas las veces que me he asomado a esta ventana a hablar de esperanza, de ilusión, de emociones, de sensaciones y también de dolor. Van varias ocasiones en las que he hablado de cómo había defraudado a mi Amo, y de lo que sentía por ello. Del miedo, del dolor, de la negrura, y de todo lo que me hacía sentir el que mi Amo se fuera. He hablado del dolor por haberlo decepcionado, he hablado de todas estas cosas. Y hoy tengo que volver a hacerlo.
He fallado, como siempre sin intención, pero he vuelto a fallarle a mi Amo. Y la verdad, es que ahora mismo es lo que más me duele. No haber podido responderle como debía. No estar a la altura. Cuando el otro día me dijo “tu actitud me apena mucho”, creí que se me partía el alma. Le he fallado, pero… ¿cómo he podido fallarle?
Su paciencia conmigo ha sido infinita. Su constancia, su presencia. Siempre ahí, mostrándome el camino, mi Camino. Y yo, por empecinarme para que no pensara mal de mí, sólo conseguí decepcionarlo más aún. No puedo hacer girar la ruleta del tiempo, para cambiar una conversación, y empezarla por dónde la terminé, simplemente, por “me he equivocado, la próxima vez lo haré mejor”. Daría lo que no tengo por hacerlo, pero las cosas no son así. Ahora, tengo que asumir mi error, aprender de él y simplemente seguir siendo la esclava de mi Amo, esté él o no, porque eso no cambiará nunca. Porque eso es lo único real que hay en mi vida. El resto son espejismos.
Me gustaría ser capaz de expresar con palabras, el dolor tan inmenso que siento. Estoy asustada, desolada, muerta, porque mi Amo ahora está de otra manera, o porque incluso puede que se vaya. Pero sobre todo, y ante todo, estoy decepcionada conmigo misma, y de eso no puedo huir, ni puedo enmascararlo, ni puedo nada. Porque sólo yo he sido la que he provocado esta situación. Sólo yo he sido la que ha colmado el vaso, por una actitud infantil, por alejarme de mi Camino, por no ver con claridad. Una vez más por no pararme de verdad a pensar. Y una vez más por no ser consciente de que me estaba dejando llevar por mi puto ego.
Mi Amo me ha dicho que le dijera sólo una razón por la que él se quedara conmigo. Me hubiera gustado tener la frase ideal, la palabra justa para poder decírsela en ese momento. Pero no la tenía, sólo podía pensar: Señor, por favor, obedecerte es mi vida, sólo quiero poner en práctica tus enseñanzas y sólo hacer, hacer, y hacer, para después seguir haciendo. No tengo la razón concreta, única, que pueda suponer que mi Amo siga confiando en mí. Sólo tengo la posibilidad de ir demostrándole con mis acciones, que sí que sigo sus enseñanzas, que he aprendido mucho, y que la base, el centro de mi vida, reside en obedecerle en todo, y para todo. De verdad, querría tener las palabras que expresaran todo lo que siento. Dolor, desesperación, decepción conmigo misma… son expresiones que se quedan cortas para explicar cómo estoy.
Pero aunque todo es negro, aunque lo que realmente querría sería meterme en la cama taparme la cabeza y llorar hasta desaparecer, no voy a hacer nada de esto. Eso no es lo que me ha enseñado mi Amo. Hoy mi Señor me ha dicho que las emociones hay que convertirlas en acciones. Esa es mi apuesta. Me agarro a haber aprendido una nueva lección, y una vez más de humildad, y a intentar, no con mis palabras, sino que con mis acciones, que mi Amo vuelva a verme como antes. Tengo la infinita suerte de contar con esta posibilidad, y no quiero ser como Pedro y el lobo… tantas veces gritó que venía el lobo, que cuando vino, nadie le creyó.
Señor, sé que estoy en el quicio de la puerta y con un pie fuera, y el otro casi, pero voy a seguir haciendo y haciendo, poniendo mi alma en ello, para poder recuperar tu confianza. Lo he dicho muchas veces, eres el centro de mi todo, eso tú ya lo sabes. Pero de verdad, lo que hoy no puedo soportar es haberte decepcionado, haber quebrado tu confianza. Gracias mi Señor, por no cerrarme la puerta y por permitir que siga en el quicio, agarrándome a la entrada, para sólo con hechos y no con palabras, poder volver a entrar. Eres mi Guía, mi Faro, mi Maestro, mi Amo, mi Señor, y yo tu esclava que puso su vida al completo en tus manos, y que quiere ser digna de tus enseñanzas y de tu presencia.
Tu Shatki
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