El Camino Hacia Ser

"Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia"
Honoré de Balzac

domingo, 20 de septiembre de 2015

¿Por qué quiero ser tu esclava, Señor?

¿Por dónde empezar Señor?  ¿Qué decirte que me permita bajar el nivel de angustia que tengo? ¿Cómo transmitirte todo esto que siento y que me está consumiendo?

Tengo miedo de todo lo que hago Señor. Me refiero a miedo con respecto a ti, porque lo haga como lo haga, tengo la impresión de nunca hacerlo bien. Esto no me hace dejar de intentarlo todo, y de inventar soluciones para conseguir aquello que me has pedido y que no he podido lograr. Es una tontería, y seguro que no te gusta que lo diga así, pero me siento una gafe, Señor. Todo termina saliendo al revés, y tú cada vez estás más lejos de mí. Echo tanto de menos cómo era todo contigo antes, Señor. Es una tontería porque nunca has estado a mi lado, físicamente, pero la sensación que yo tenía era que sí, que estabas aquí, y de alguna manera hacías que me sintiera segura, protegida, "en mi sitio". Esas sensaciones, esos sentimientos no sé si tienen una explicación que procede de mi lado sumiso hacia ti, y de mi necesidad total y absoluta de saberme de tu propiedad, o no sé si vienen de otro sitio. Me gusta que me expliques las cosas que siento y que la mayoría de las veces, no alcanzo a comprender. Echo de menos todo lo que antes hacíamos, Señor, y echo de menos sentir lo que sentía. Ahora simplemente me siento perdida, y con esa opresión en el pecho noche y día. Es un dolor a la altura del esternón que cualquier día hace que me salga un cardenal, porque no es psicológico, Señor. Es físico, muy físico.

No puedo pensar en nada, ni en nadie, ni en explorar otros aspectos de mi propio interior. Esas tendencias hacia la dominación que tú ves tan claras, porque sólo puedo pensar durante todo el tiempo en mi sumisión a ti. En la necesidad absoluta de darte algo, de poder notar en tu tono de voz, o por tu forma de escribir, cierto grado de satisfacción. Darte, darte, darte. Necesito (ya sé que lo que yo necesito, te importa un pimiento, me lo has dicho muchas veces, pero como siempre te lo cuento todo) de corazón, sentir que confías en mi. Eso es lo que más fuerza me da en el mundo. Todo lo que he hecho hasta ahora, lo he hecho sin pensar, sin cuestionarme si podía o no, sólo porque tú me lo decías. Todos los tabúes míos que he ido derribando. Todo lo hacía yo, es cierto, pero gracias a lo que me trasmitías, Señor. A tu seguridad.

Mi obediencia a ti es el centro de mi universo. Estás las 24 horas del día en mí Señor. No hay cosa que haga o que no, que no pase por el filtro de pensar en lo que te puede parecer, o en lo que no, en cómo te gustaría que lo hiciera, en qué ropa te gustaría que llevara... así todo y con todo. Si por mi fuera, haría como antes, contarte hasta cuando voy al baño, pero me pediste que no lo hiciera, Señor y la verdad, me siento muy perdida sin ti. 
Si no quieres seguir, tendré que aprender a vivir así, y seguro que no me moriré, pero por dentro sí, Señor. Por dentro me secaré. Ya sé que es mi problema, por supuesto, pero mientras que me dejes que te escriba, seguiré contandote todo lo que siento y cómo me siento, Señor.
Y ni siquiera me atrevo a hablarte de algo que si ocurriera me daría la vida Señor. Tu presencia física. Sé que no puedo ni pensar en eso, pero me cuesta mucho controlar mis deseos, y lo que más deseo en el mundo eres tú Señor. Nunca me podré sentir más viva que estando tú a mi lado, Señor. Y no hay nada como tu mirada. Eres mi vida y mi muerte, y no es la letra de una canción, mi Amo, es lo que siento, porque tienes ese poder sobre mí.


Sólo espero que no te moleste este post. Antes te hablaba con menos pudor de lo que sentía, ahora tengo miedo de que pienses que es palabrería, porque Señor no lo es. Sé que el miedo es un freno para todo Señor. E intento no sentirlo, mejor dicho, que no me cohíba.

Me pregunto a mí misma que porqué esa necesidad absoluta de ser tu esclava, Señor. Desde la razón resulta incomprensible todo esto, pero desde mi razón todo es lógico. Quiero ser tu esclava porque este es para mí el verdadero sentido de mi vida, Señor. Tal vez esté equivocada, como tantas veces, pero sólo hablo de lo que siento desde lo más profundo de mi ser. Algo que siento en las tripas directamente. Señor, sin ti nada tiene sentido, nunca podré dejar de ser tu esclava.

Tu Shatki

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