Son tantos los cambios que estoy experimentado, y tantas las cosas que a raíz de estos son diferentes, que tendría que escribir mucho, mucho, para poder ir enumerándolos.
La raíz de todo ese CAMBIO (sí escrito en mayúsculas) no es otra que mi sumisión, y lo que esta supone, obediencia absoluta a mi Amo, en mi caso, en todos los ámbitos de mi vida. Al principio más que cambio, eran modificaciones, puedo decir que fueron sólo cositas, pero de alguna manera, esas cositas se han ido convirtiendo en una especie de efecto mariposa que ha devenido en un cambio interior, con efectos ya más que visibles en el exterior. Ya he hablado de las rutinas, he hablado de los retos, he contado muchas de las cosas que he hecho obedeciendo a mi Amo, pero hoy de lo que quiero hablar es de las consecuencias que para mi está teniendo mi obediencia, mi sumisión, mi entrega total a mi Amo.
Casi no sé ni por dónde empezar, y por hacerlo por algún sitio, voy a hacerlo por el exterior. En lo físico, a partir de esa obediencia total que comentaba, los resultados son más que obvios. Peso menos, físicamente estoy más fuerte, más en forma, llevo una vida más sana y el resultado no es ya que el resto del mundo me vea mejor, es que yo me siento mejor. Mi Amo ha hecho que empiece a mirarme en el espejo y a que me guste lo que veo. Antes huía de mi propia imagen. Evitaba por todo lo posible el tener que verme. Había días en los que ni siquiera me acercaba a un espejo. Cuando miraba a la mujer que había al otro lado, frente a mi, sólo podía ver un cúmulo de defectos, le echaba la culpa de todo, y me decía a mi misma, con esa cara y con ese cuerpo, ¿qué quieres? Reconozco que he sido cruel, muy cruel conmigo misma. Creía interpretar lo que el resto del mundo veía. Y lo hacía en la peor de las posibles versiones. Mi Amo poco a poco, ha ido cambiando esa auto-percepción mía. Ahora miro al espejo y me gusta la mujer jovial que hay al otro lado, con melena de león siempre suelta, pero sobre todo con ojos de ilusión y de esperanza. Pese a que por supuesto haya momentos mejores y peores, días buenos, malos, y muy malos. Pero es cierto que antes sólo dejaban ver una mirada triste, ausente la mayor parte del tiempo, y muy opaca. Además el aspecto de mi piel ha cambiado, se ve tersa, suave, sana.
Muchas veces le digo a mi Amo que me veo diferente, que parezco otra. Probablemente para el resto del mundo no sea tan así. Pero yo me siento diferente, y por eso me veo diferente. Estoy empezando a gustarme y he tenido incluso algún momento de vanidad, aunque tengo a mi Amo pendiente para no perder la noción real de las cosas y para conseguir el equilibrio. Mi intención no es irme ahora al otro extremo, porque podría terminar ahogada en el pozo, como Narciso.
No quiero parecer con esto superficial, porque creo que no lo soy, o al menos no en un grado importante. Aunque lo cierto es que el tema del físico es muy importante. Necesitas sentirte bien contigo misma, con tu cuerpo, gustarte tú, para poder gustar al resto del mundo. Mientras que no nos aceptemos y no nos gustemos, nuestra autoestima estará por los suelos, y no seremos capaces de trasmitir lo bueno que hay dentro de nosotras. En mi caso esta aceptación física ha hecho que cambie hasta mi propia postura corporal, ahora mis hombros están en su sitio, y no inclinados hacia delante en señal de derrota. Mi espalda se ha estirado, mis piernas han ganado en firmeza y mis pies pisan con fuerza, disfrutando de mis taconazos y haciendo bailar a todo mi cuerpo. Aceptarme y perdonarme por no ser "perfecta" es un paso importante en la consecución de ese equilibrio del que hablo muy a menudo. Ese equilibrio entre el exterior y el interior. La transformación completa pasa por por ser integral, y sólo lo puede ser, si se da por dentro y por fuera. Si me paro a pensar no puedo decir qué es lo que cambia primero, porque tengo la misma sensación que con el huevo y la gallina, y no saber dónde está el principio. Confío que algún día mi Amo me explique y así logre tener una idea de conjunto, un concepto global.
Pero volvamos al cambio. Todo este cambio exterior (el interior por supuesto también) ha sido obra de mi Amo, por la confianza que me ha ido trasmitiendo y sobre todo porque poco a poco ha hecho que aprenda a mirarme de otra manera, aprendiendo a apreciar lo que soy, cómo soy, e intentando simplemente mejorarlo de forma natural, cuidándome y mimándome. La sumisión no es un hecho, es un estado, no es un objetivo, es un proceso, abarca toda mi existencia, teniendo múltiples vertientes. Como he dicho muchas veces, se hace difícil trasladar lo que supone, porque lo significa todo, no son cuestiones aisladas, es una implicación total. Poco a poco seguiré compartiendo sensaciones y vivencias con la intención de poder trasladar todo lo que realmente este Camino está suponiendo para mí.
Una vez más doy gracias porque mi Amo llegara a mi vida, y porque haya querido quedarse, pese a todo. Como te he dicho un millón de veces, y las que me quedan, gracias Señor, por todo.
Shatki
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