Llevo más de un mes escribiendo, compartiendo todo lo que estoy viviendo, compartiendo mi evolución. He hablado de momentos dulces, de situaciones de auténtica angustia vital, de dolor en el alma, y también de una plenitud, hasta ahora desconocida para mi. He contado mis miedos más íntimos, al igual que mis deseos. Desde la última vez que escribí no ha pasado nada excepcionalmente diferente, pero como todo es una evolución, en la que vas alcanzando estadios, hoy quiero hablar de la sensación de equilibrio que tengo ahora mismo y que me hace afrontar las situaciones con una tranquilidad diferente.
Muchos han sido los pasitos que he estado dando a lo largo de los casi cuatro meses que hace ya que mi Amo se apiadó de mí, y decidió que tenía que rescatarme del peor de los enemigos posibles, tenía que rescatarme de mí misma. Ahora sé que nadie me ha hecho tanto daño como el que me he hecho yo, entre otras cosas, porque he permitido todo lo que me ha ocurrido en los últimos años, por dejarme llevar, por no tomar las riendas de mi vida. La aparición de mi Amo supuso darle la vuelta por completo a mi mundo, a mis planteamientos, a mis creencias, a todo. Una vez que vencí mis propios prejuicios, y acepté que la sumisión, al menos a mi Amo, estaba en mi naturaleza, las cosas empezaron a fluir. Obedecer a mi Señor, en todo, e ir comprobando cómo poco a poco todo iba mejorando, cómo poco a poco yo iba cambiando. Ha habido momentos de desconcierto, y de mucho dolor, pero a través de la obediencia, y sobre todo de la confianza ciega en mi Amo, hoy me siento en paz. He alcanzado un nivel de tranquilidad y una sensación de equilibrio, tanto en lo personal, como en las cosas que me rodean, que me da mucha fuerza y me hace sentirme mucho más segura, a la hora de afrontar los retos que se me presentan.
Esta fuerza interior, es la única forma que se me ocurre para llamarla, sólo viene de un sitio, de la Obediencia a mi Amo. Soy consciente de que para cualquier persona ajena a este mundo, lo que estoy diciendo es absolutamente incomprensible. Para mí también lo era. Pero ahora que lo estoy viviendo, que lo estoy sintiendo, en mi cabeza y en mi corazón todo tiene una lógica aplastante.
He decidido pertenecer a mi Amo. Quiero ser su propiedad. Quiero obedecerlo en todo. Quiero que se sienta agradado conmigo. Para mí cumplir con sus órdenes, hacer todo lo que me pide, es inexplicablemente la manera de sentirme bien, de sentirme feliz e incluso de excitarme sexualmente. Yo sigo siendo igual de feminista que antes, sigo creyendo en la igualdad como hace 4 meses, la diferencia radica ahora en que yo he hecho MI elección. He decidido, he optado, he elegido un Camino que me hace sentirme bien, ser feliz, que me ha hecho recuperar la confianza en mí misma. Esa elección es la Obediencia a mi Amo. Mi sumisión es una opción libre y racional. No es ninguna imposición. Y repito lo que he dicho muchas veces, sólo al vivirlo es cuando se puede apreciar y ser consciente de la grandeza de lo que supone la sumisión. Por todo ello, sólo me cabe una vez más agradecer a mi Amo su paciencia, sobre todo en los momentos complicados, porque ya lo decía el otro día, no es fácil. Así que, simplemente, Gracias, Señor.
Shatki
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