Hoy he tenido mi primera sesión con mi Amo. Escribo recreándome en el calor y el escozor que siento en mis cachetes. Me gusta tener marcas, nunca lo habría creído, como tantas otras cosas, que me parecían increíbles antes de conocer a mi Amo. Hoy ha sido un día muy especial para mi. Lleno de emociones y muy intenso en sensaciones. He descubierto de verdad la relación que para mi tienen dolor y placer. Tenía mucho miedo a que llegara este momento, por si no era capaz de soportarlo, pero no sólo lo he soportado, sino que además me ha gustado. Sentir como la correa cruzaba mi piel, sentir a la vez miedo a que llegara el golpe y excitación, mientras lo esperaba. Y lo mejor, la sensación de las caricias de mi Amo, mezcladas con los azotes. La suavidad y la firmeza de su mano acariciando mi piel ardiendo por el cuero de la correa. Me excito al recordarlo.
Pero lo mejor ha venido después, mi Amo me ha hecho un regalo. He disfrutado lamiendo sus pezones, chupándolos, saboreándolos, y deleitándome mientras me perdía en su mirada, en esos ojos que miran por dentro. Nunca había deseado tanto a alguien. Bueno, rectifico, ni había deseado, ni sigo deseando, ya que mi grado de deseo, en vez de aplacarse, se ha incrementado. Después ha llegado mi regalo de verdad, he bebido la leche de mi Amo, he podido sentir como bajaba por mi garganta, y como su sabor me llenaba. Poder darle placer a mi Señor, es el placer más grande que yo puedo sentir. Ha sido increíble. Emociones encontradas. Miedo, dolor, placer, excitación, deseo... al final todo se resume en plenitud, esa es la palabra que define lo que he sentido. Luego mi Amo se ha ido, y yo me he sentido llena y vacía a la vez. Todo ha sido muy intenso. Emociones muy intensas. Todo pura sensación. Esta semana hablaba con mi Señor, sobre el vacío, la sensación de vacío. Y eso es justo lo que he sentido cuando se ha ido. Hasta me he preocupado pensando que había hecho algo mal, que algo no había agradado a mi Señor.
Nunca he dudado de lo que estaba sintiendo y descubriendo dentro de mi, pero después de hoy lo que he conseguido alcanzar es una especie de tranquilidad y de paz, lo he terminado de sentir en toda su plenitud, soy la esclava de mi Señor, y siempre lo seré. Sólo suya, para siempre. Pase lo que pase mañana, aunque no esté, yo seguiré siendo suya. No son palabras vacías, ni que se dicen a lo loco. Están llenas de conciencia. Y por supuesto no hablo de romanticismos. Esta sensación no tiene nada que ver con eso.
Esta misma semana he comprendido que soy la esclava de mi Amo. Desde el principio he estado debatiendo y dudando entre saber si mi condición era la de sumisa o la de esclava. En el fondo siempre he sabido lo que era, aunque de alguna manera las connotaciones culturales negativas de la palabra esclava me hacían no querer verlo. Pero se me ha revelado. Mi Amo no ocupa una parte de mi vida, necesito su presencia y sus mandatos en todos los aspectos de mi vida, a lo que se suma el que hacer su voluntad, y conseguir su agrado, sea lo prioritario para mi. Por encima de cualquier otra cosa. Soy su esclava. Reconocerlo y asumirlo me ha dado tranquilidad y paz interior, de alguna manera me ha sosegado. Soy la esclava de mi Amo, es cierto. Y lo soy porque así lo he decidido. Soy la esclava de mi Señor, y a la vez cada día soy una mujer mucho más fuerte, más segura. Me siento con más poder. Y toda esta fuerza renovada sólo viene de un sitio, de la Obediencia a mi Amo. Hoy realmente tengo la sensación de abrir una nueva etapa de mi vida. Para mí hoy es un nuevo comienzo. Un nuevo comienzo que hace que me sienta feliz. Me sienta plena. Y por supuesto, pensando en volver a estar con mi Señor. Gracias una vez más, Señor.
Shatki