Shatki no es nada, no es nadie. Shatki sólo existe porque es la esclava de su Amo, pero si deja de serlo, deja de existir, porque sólo se justifica por poder servir y complacer a su Señor. Pero si esto no ocurre, Shatki, sencillamente desaparece. Y así justo es como me siento ahora mismo, desapareciendo, desvaneciéndome. No soy nada, no soy nadie. Cada día desaparezco un poquito más.
Llevo más de un mes en el que sólo hablo de dolor, de incertidumbre, de angustia vital. Soy una persona triste, una persona asustada, una persona que se siente tan poca cosa. Nadie lo ve. Nadie lo percibe. Con el resto del mundo, soy fuerte, soy divertida, soy atrevida, capaz, y bla, bla, bla… pero cuando llego a la soledad de mi intimidad... Cuando echo la mirada hacia atrás y recuerdo la emoción con la que antes llegaba a casa, pensando en que iba a pasar una noche experimentando y aprendiendo con mi Amo. O una mañana, o una tarde. Cuando era esa persona con la que mi Señor gustaba de pasar su tiempo, era feliz. Ahora no lo soy. Ahora soy como una apátrida, soy una exiliada, soy nadie. El sentimiento de no pertenencia del que he hablado algunas veces y que me ha perseguido desde mi niñez, de pronto ha tomado una envergadura que no parece tener límites.
El castigo de la indiferencia, de la incomunicación, es el peor que mi Amo me puede infringir, y la prolongación en el tiempo me está llevando a que piense en que debo de aprender a vivir así. Volver a vivir sin mi Amo. Volver a estar sola, porque mi Señor, ya no quiere serlo. No he podido estar a la altura, no he sabido, en definitiva no he estado. Ahora me consumo en mi pena, en mi dolor, en mis recuerdos, porque nunca tan poco, fue tanto. Nadie se muere de dolor, ya lo sé, pero la sensación es que yo, sí.
Por las mañanas, por las tardes, en cualquier momento, en el que salgo a la calle, en el que me veo con clientes, con amigos, con compañeros, me pinto mi sonrisa, y saco mi armadura reluciente, porque voy a la batalla. Nadie podría no ya creer, si no que ni tan siquiera pensar por un minuto que dentro tengo todo lo que tengo. Probablemente si se pararan un segundo a mirar en el fondo de mis ojos me descubrirían, pero eso la gente no lo suele hacer, así que por ese extremo estoy segura. Mi secreto está a salvo. Mi Dueño es el único que sabe lo que siento, y cómo lo siento. Cuanto más inseguridad tengo con respecto a mi Amo, más segura parezco fuera, en el mundo que dicen real, pero que al final, es como decía Calderón, sólo un teatro, porque ahí no soy yo. Yo sólo soy yo misma aquí, cuando se revela mi auténtica esencia, cuando Shatki puede respirar, puede hablar, puede sentir. Lo único que cómo decía más arriba, Shatki sólo existe por ser la esclava de su Amo. Shatki nunca fue una esclava que buscara amo, no, porque Shatki sólo tiene y tendrá uno, y si ya no quiere serlo, Shatki desaparecerá porque no tiene ninguna razón para seguir existiendo. Intento hablar en tercera persona para poder poner un poco de distancia, pero no puedo, porque Shatki soy yo, mi verdadero yo, la que sufre, la que se vuelve loca dando vueltas a las cosas, la que tiene un constante pinchazo en la boca del estómago. Y la que llora, porque la pena tiene que salir por algún sitio, aunque sea en forma de lágrimas.
Así que si Shatki se desvanece…. ¿Qué pasará conmigo? ¿Me quedaré atrapada en ese teatro mundano que sé que nunca me llenará?
Pero pese a todo, sigo intentándolo con toda mi alma. Sigo haciendo todo lo que puedo y más, pero hay una realidad de la que tengo que ser consciente, si es no, es no. Si mi Amo no quiere, pues no quiere, y eso es una verdad absoluta.
Tu Shatki, Señor.
Animo princesa, muy pronto volverás a brillar.
ResponderEliminarMil besos
Sara