El Camino Hacia Ser

"Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia"
Honoré de Balzac

sábado, 13 de junio de 2015

Desarrollar la fuerza interior


Hoy mismo me recordaba mi Amo que todo lo que hago, que todo lo que me pide, no es sólo porque yo haga su voluntad, sino porque esa voluntad siempre se debe a un propósito. Todo lo que viene de mi Señor, todo, siempre tiene un propósito y a veces cuando hablo, puede que no lo deje claro. No conozco a ningún amo más, así que no puedo hablar del resto, pero mi Amo, no me dice nunca que haga cosas por mero capricho. Todo, siempre obedece a un propósito concreto. Yo no lo conozco. A veces puedo intuirlo, y sobre todo ahora, cuando nos vamos conociendo mucho más, mi Amo y yo, pero lo que sí tengo meridianamente claro, es que siempre existe ese propósito. Y esa profunda convicción es la que me guía, y la que hace que haga lo que me pide y ya está. Obedecer sin más es mi obligación, por mi condición de esclava de mi Amo, pero el llegar a este estado, en mi caso se ha visto propulsado precisamente porque mi Amo siempre me ha demostrado que lo que me había pedido que hiciera, y yo había hecho, había servido para algo concreto, había servido para un fin, para alcanzar un objetivo. Al respecto de esto quiero hablar de lo que para mí ha significado dejar de llevar ropa interior.

Una de las primeras cosas en las que mi Señor trabajó conmigo fue en que aprendiera a aceptarme físicamente, y además a gustarme a mi misma. De esto tengo mucho que hablar, pero lo desarrollaré en otro momento. Aquí voy a centrarme en mis problemas con mis pechos. Mis pechos son grandes y además se desarrollaron cuando era muy niña. Desde los nueve años llevo sujetador, y aseguro que por necesidad, no por gusto. Durante toda mi vida, había pagado con ellos muchas de mis frustraciones. Los había demonizado, culpándolos de muchas cosas. Durante la mayor parte de mi vida los había querido ocultar, haciendo auténticas aberraciones para ello, como utilizar una faja tubular para que se aplastaran y no se vieran. Utilizaba sujetadores súper reductores, y aunque tenía algunos bonitos y sexis, básicamente no me los ponía. El primer día que mi Amo me dijo que saliera sin sujetador casi me da algo. Se iba a notar, me daba vergüenza, ¿qué iban a pensar de mi? Y además, no paraba de pensar que son grandes, que se ven caídos, que me hacían parecer una vaca lechera... pese a todas esas tribulaciones, por supuesto obedecí a mi Amo. Me fui sin sujetador y con una blusa abotonada, que dejaba ver gran parte de los pechos. Cuando me bajé del coche llevaba los hombros echados hacia delante, intentando ocultarme, pero a lo largo del día, conforme me fui desinhibiendo mi espalda se fue irguiendo y mi cuello estirando, a la vez que mis hombros volvían a su posición natural. Salí a la calle con la blusa muy desabrochada, y me paseé desafiante por el centro de la ciudad, mirando a la gente a la cara, directamente a los ojos, y experimentando cómo después de mirarme los pechos, me miraban a la cara y al ver que yo no la rehuía, la escondían y se sentían como avergonzados, tanto ellos, como ellas. Vi miradas de curiosidad, de deseo, de desaprobación, de todo tipo... Pero seguí con mi cara alta, mi mirada clara, y mis pezones de punta. Empecé a experimentar una sensación de fortaleza y de poder que hasta ahora no había sentido.

Otro momento fuerte en este sentido fue enfrentarme a una reunión de trabajo, 30 personas, 24 hombres, e ir sin sujetador y con una blusa de licra ajustada, que marcaba la silueta de pechos y pezones, igual que si fuera desnuda. Volví a sentir esa sensación, aunque ahora con más fuerza. No era simplemente que me vieran desconocidos, era tener que inter-relacionarme y además en un ambiente de trabajo.

Después mi Amo me pidió que no utilizará tampoco bragas, así que voy sin nada de ropa interior. Lo de las bragas ha sido muy fácil, no me ha supuesto un reto tan grande como el del sujetador. Pero ahora entiendo perfectamente todo lo que he conseguido por ir así. Me siento valiente, fuerte, poderosa, y eso es lo que irradio, lo que sobre todo en el mundo laboral hace que trasmitas una seguridad increíble, y que puedas desubicar al "enemigo" y llevarlo a tu terreno.

Ahora básicamente ningún día llevo sujetador, ni bragas, aunque reconozco que me gusta muchísimo la ropa interior y que ahora lo que pienso es cuando me pongo sujetador, en llevar uno que sea lo más sexi posible, por tamaño, por forma, color, encajes... Los sujetadores reductores, los que durante toda la vida me han acompañado, ahora han quedado relegados sólo a la práctica deportiva. Y por cierto, ahora me parece que mis pechos son preciosos. La evolución que he vivido a este respecto, gracias a hacer lo que mi Amo me pedía, ha sido absolutamente increíble, porque como decía al principio, no es sólo obedecer la voluntad de mi Señor, es que todo lo que me pide, tiene un significado, un sentido, un propósito. Una vez más, Gracias, mi Señor.

Shakti

No hay comentarios:

Publicar un comentario